La salud de un perro se puede medir con las manos y la mirada, mucho antes de que la báscula dicte sentencia. En los extremos del problema se encuentran dos escenarios igualmente preocupantes: el de la delgadez severa, donde la columna vertebral y los huesos de la pelvis se marcan de forma prominente bajo la piel, y el de la obesidad, donde el abdomen se abulta y aparecen depósitos de grasa en la zona lumbar y en la base de la cola. La alimentación juega un papel crucial en este equilibrio, por lo que es importante conocer si ciertos alimentos humanos, como la pasta, de forma segura.
De hecho, ambos cuadros clínicos suelen tener una frontera común: la desviación del 20 % respecto al peso ideal del animal. Se considera que un perro sufre obesidad cuando llega a superar en un 20 % su pes