Durante más de un siglo, la historia de cómo flores e insectos sellaron su gran pacto evolutivo se ha contado a través del ámbar del hemisferio norte. La resina fosilizada de los bosques bálticos, las colinas birmanas y los afloramientos canadienses se convirtió en nuestro libro ilustrado del pasado. Sudamérica, parte del antiguo supercontinente Gondwana, permanecía llamativamente ausente. Ese silencio ahora se ha roto.
Se abren las primeras ventanas del sur
En las canteras de arenisca de Genoveva, en el borde de la cuenca amazónica de Ecuador, los investigadores han descubierto fragmentos de ámbar de hace 112 millones de años. Dentro de estas gotas doradas hay escarabajos, moscas, avispas y hormigas congelados en el tiempo, tan intactos como si hubieran aterrizado ayer. “Los fragmentos