Cada invierno, el Pacífico colombiano se convierte en un vivero donde llegan las ballenas jorobadas desde la Antártida, y sus crías aprenden sus primeros aleteos bajo los acantilados selváticos. El espectáculo atrae a decenas de miles de personas, transformando la economía de Buenaventura y planteando preguntas urgentes sobre cómo proteger la maravilla.
Un vivero de 8.500 kilómetros en formación
La primera exhalación aparece como un aliento sobre un espejo. Luego se arquea un lomo oscuro, una aleta blanca se eleva, y el agua jade de Bahía Málaga tiembla con el impulso de una cola. Durante unos meses cada año, el Parque Nacional Natural Uramba Bahía Málaga en Colombia se convierte en una enorme sala de maternidad para las ballenas jorobadas —conocidas localmente como ballenas yubartas —