El número creciente de países occidentales que reconocen el Estado palestino desbarata la estrategia del PP, que afirmaba que Sánchez había quedado aislado y que se había convertido en una herramienta de Hamás
La comunidad internacional avanza en la ONU en el reconocimiento de Palestina frente al genocidio israelí
Siguiendo la lógica del Partido Popular, Pedro Sánchez está hoy menos aislado que el viernes. Reino Unido, Australia, Canadá y Portugal, esta última gobernada por un partido aliado del PP, reconocieron este fin de semana el Estado palestino. Francia lo hizo en la noche del lunes con el discurso de Macron en la Asamblea General de la ONU. Recordemos que Alberto Núñez Feijóo e Isabel Díaz Ayuso coincidieron en que sólo Hamás se benefició de esa decisión cuando la adoptó Sánchez.
Esa línea de ataque ha quedado anulada. Nadie puede sostener que gobernantes socialdemócratas, liberales y conservadores de Occidente se han convertido en herramientas de Hamás. Quizá Ayuso y Aznar, sí. El expresidente ha llegado a decir que los israelíes están luchando en defensa de los países occidentales, un argumento recurrente de la propaganda israelí que nunca ha echado raíces en Europa.
Todo es posible con el PP. La rueda de prensa del lunes permitió comprobar que el partido va a perder las ganas de hablar de Gaza muy rápidamente. Es la única manera de que no se haga más evidente la fisura que existe entre la dirección de Génova y lo que sostienen Díaz Ayuso y José María Aznar. Estos últimos defienden con pasión todo lo que ha hecho Israel en Gaza. Para Feijóo, tanta sangre obliga a encontrar una fórmula con la que la división interna no sea tan notoria.
Los periodistas preguntaron sobre Gaza a Alma Ezcurra, portavoz del PP en esa ocasión. No se extendió mucho. En cuanto al reconocimiento del Estado palestino, se remitió a años atrás. “La posición del Partido Popular es la misma que en 2014. Defendemos con la misma intensidad que Palestina debe ser un Estado como que Hamás no debe jugar ningún papel en él”. En noviembre de ese año, el Congreso aprobó casi por unanimidad un texto con el que se instaba “al Gobierno a reconocer a Palestina como Estado”. La presentó el PSOE y el PP, entonces en el Gobierno, dio el voto a favor a cambio de algunas modificaciones.
Se trataba de una proposición no de ley (PNL), uno de los mecanismos parlamentarios menos relevantes. Son declaraciones en las que el destinatario es habitualmente el Gobierno y que no tienen fuerza vinculante. El Gobierno de Rajoy no se sintió obligado a actuar.
“No vamos a hacer política nacional con una masacre”, dijo Ezcurra en una forma de salirse por la tangente curiosa viniendo de un partido que ha utilizado en numerosas ocasiones la situación de Venezuela para atacar al Gobierno en la última década. En esas ocasiones, su postura se asemejaba a la reacción rabiosa que ha tenido el PP con la decisión de Sánchez sobre Palestina y la acusación de relacionar al presidente del Gobierno con Hamás. Los mayores promotores de la crispación –la oposición suele serlo con independencia del Gobierno de que se trate– pretenden hacer creer a la gente que el Gobierno está del lado de la violencia.
Es indudable que el perfil de Sánchez en la Unión Europa ha experimentado un claro descenso en un escenario en que son mayoría los gobiernos presididos por la derecha. Algunos de esos países están molestos por la jugada de Sánchez de limitar el gasto militar al 2% sobre el PIB, muy por debajo de lo que han aceptado otros. Son los que pasaron por el aro que la OTAN y la Comisión Europea levantaron con la intención de apaciguar a Donald Trump.
No es sólo la opinión pública española, sino también la europea la que ya ha tenido suficiente con los nueve meses de la presidencia de Trump y cree que los gobiernos europeos deberían responder de manera más firme ante el presidente de EEUU. Una mayoría en los cinco grandes países europeos (52%) declara que Europa ha sido “humillada” por el acuerdo comercial firmado por Washington y la Comisión Europea, según una encuesta del medio francés Le Grand Continent.
Ese porcentaje es mayor en España (56%) y en Francia (65%). Un 77% cree que el pacto beneficiará sobre todo a las empresas estadounidenses. Un 75% afirma que Ursula von der Leyen defendió mal los intereses europeos.
Por tanto, es difícil que a los votantes de Sánchez les preocupe que Trump, Von der Leyen y el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, le vean ahora con malos ojos. Sería peor lo contrario.
Si bien Feijóo ha dicho que la conducta israelí en Gaza es “inadmisible”, los peores epítetos los ha dedicado a Sánchez, no a Netanyahu. El viernes, dijo que “no queda una potencia relevante que no nos mire como un Estado desacreditado”, como si todos los demás gobiernos suscribieran las habituales invectivas del PP contra el Gobierno. De tanto afirmar que Bruselas terminaría colocando a Sánchez al mismo nivel que a los gobiernos de extrema derecha de Hungría y Polonia, lo que no ha ocurrido, el PP se ha terminado creyendo su propia propaganda.
El partido se niega a utilizar la palabra 'genocidio' para definir los acontecimientos de Gaza. Hacerlo le obligaría a apoyar la imposición de sanciones por la Unión Europea, cosa que no quiere hacer. Eso exige ignorar las constantes declaraciones de miembros del Gobierno israelí que cuentan con un inconfundible tono genocida.
La más reciente es de Gila Gamliel, ministra israelí de Ciencia y Tecnología y diputada del partido de Netanyahu: “Haremos que Gaza sea un lugar en el que sea imposible vivir hasta que la población lo abandone y luego haremos lo mismo en Cisjordania”.
Promesas como esta tienen poco que ver con Hamás, que no gobierna en Cisjordania, y sí con la limpieza étnica.
“Lo que está haciendo Israel es exterminar a un pueblo indefenso –dijo Sánchez el 8 de septiembre–. Es quebrantar todas las leyes del Derecho humanitario. No podemos quedarnos de brazos cruzados”. Algunos partidos, como el PP, creen que es suficiente con remitirse a una PNL de hace trece años que fue irrelevante.