El año 2026 marcará un punto de inflexión para el Perú. No solo será un año electoral, sino también una oportunidad decisiva para evaluar cuánto hemos avanzado —o retrocedido— en materia de gobernabilidad, crecimiento económico y cohesión social. Los desafíos que se vislumbran son múltiples y demandarán liderazgo, visión de futuro y capacidad de diálogo.

El primer gran reto será la gobernabilidad. Tras varios años de inestabilidad, la ciudadanía espera recuperar la confianza en las instituciones. El nuevo gobierno enfrentará la difícil tarea de recomponer la relación entre Estado y sociedad, fortalecer las reglas democráticas y demostrar que la política puede volver a ser un espacio de construcción de consensos.

En lo económico, el país deberá encontrar un equilibrio entre crecimiento y

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