A pesar de la retahíla de desprecios que soltó contra la labor de la ONU, Donald Trump también incluyó en su discurso de este martes ante la asamblea general, que triplicó el tiempo permitido, dos críticas socarronas a la infraestructura del organismo: un teleprónter que no funcionaba y unas escaleras mecánicas que se pararon justo al pasar el presidente estadounidense y su mujer Melania.

Lo que parecía una anécdota sin más, como sugería la sonrisa del propio Trump y las carcajadas de su delegación, ha escalado hasta el punto de que la Administración estadounidense ha iniciado una investigación para desentrañar un posible complot que supuestamente pretendía humillar al mandatario.

La portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt , fue la primera en sugerir la idea del sabotaje

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