El sismo del 19 de septiembre de 1985, de 8.1 grados de intensidad, destruyó el centro y norte de la capital de la República, principalmente. El movimiento telúrico fraguó de inmediato la solidaridad y empatía hacia personas que nunca habíamos visto o que, conociéndolas, necesitaban auxilio. La movilización de la sociedad civil fue impresionante, mientras el gobierno llegaba tarde a la emergencia. Muchos perdieron a sus seres queridos, cientos resultaron con lesiones. A todos nos cambió la vida.
Cada uno, según la zona en que habitaba, hizo cuanto pudo para ayudar; nosotros, en la búsqueda de un desaparecido; miles de brazos, retirando escombros, levantando lozas de concreto, acarreando todo tipo de materiales de casas y edificios derrumbados; llevandoagua y alimentos a los socorristas, a