El director de 'Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto' regresa con la misma historia que vimos el año pasado en un thriller ejemplar, tenso y que repasa la historia reciente de España

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El año pasado La infiltrada fue la gran sorpresa del cine español. Arantxa Echevarría contaba una de esas historias escondidas que pedían a gritos una película: la de una Guardia Civil que se infiltró durante años en ETA y fue la protagonista de uno de los golpes más importantes a la banda terrorista. No solo fue un éxito arrollador en taquilla, donde superó el millón de espectadores y amasó casi nueve millones de euros, sino que en un momento que ya es historia del cine español ganó ex aequo el Goya a la Mejor película junto a El 47.

En uno de esos giros propios del cine, a la vez que Arantxa Echevarría preparaba su película, Juan Antonio Bayona, Belén Atienza y Sandra Hermida se asociaban con Netflix para producir un guion que Agustín Díaz Yanes tenía desde hace años en un cajón. ¿El argumento? Una infiltrada de la Guardia Civil en ETA. La misma historia regresa un año después y se presenta en el Festival de Cine de San Sebastián fuera de concurso con Un fantasma en la batalla, que llegará a los cines el 3 de octubre y a Netflix el 17 del mismo mes. Una película que no solo es la vuelta de Agustín Díaz Yanes tras ocho años de ausencia, sino que es su regreso a su mejor cine, el que puso patas arriba el cine español con Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto.

Díaz Yanes cuenta una historia que tiene el mismo punto de partida, pero que termina siendo una propuesta cinematográfica radicalmente diferente gracias a su excelente uso del material documental. Nunca se representa un asesinato, sino que siempre se recurre al fuera de campo o al corte de montaje para acudir a las imágenes informativas con las que se contó el atentado y la respuesta de la gente, lo que da lugar a una de las mejores escenas del cine español del año, cuando en un montaje paralelo se alternan las manos blancas alzadas de la manifestación por Miguel Ángel Blanco, con las de la votación de los terroristas que decidieron su muerte.

El director se agarra al cine clásico que tan bien domina, y consigue crear tensión con elementos que parecen sacados de un thriller de Hitchcock, como esas canciones italianas usadas como recurso dramático y como elemento para construir suspense. Se apoya, además, en una excelente y tensa banda sonora que se aleja de las tradicionales músicas instrumentales y en un excelente reparto donde todos brillan.

Desde las pequeñas apariciones de Raúl Arévalo, Ariadna Gil o Jaime Chávarri (en un cameo que hará las delicias de los más cinéfilos), pasando por el excelente trabajo de reparto de Iraila Elías y a la increíble Susana Abaitua como la infiltrada. La actriz ofrece su mejor interpretación. Una llena de silencios que dicen todo, donde cada gesto está lleno de detalles y complejidades. Abaitua debería optar, e incluso ganar el Goya este año.

Lo haría por el mismo papel que lo ganó su amiga Carolina Yuste. De hecho, la propia Abaitua cuenta que ella sabía de la coincidencia de ambos proyectos desde antes que el resto. “Me enteré desde que a Carol le llegó el guion y Carol se enteró desde que a mí me llegó el guion. Hemos estado dos años sabiendo que vamos a hacer dos películas que tratan de una guardia civil que se infiltró en ETA”, dice y pone otros ejemplos de películas y series que coincidieron con temáticas más que parecidas. Además, opina que a partir de ahora “va a haber un montón de películas de ETA, y tiene que haberlas”.

Ahora puedes hacer cosas que antes era más difíciles, pero no por una cuestión política o de censura, sino porque los productores no lo veían como un formato atractivo

Tano, como llaman sus amigos y los que trabajan con él a Díaz Yanes, asegura que se lo tomó “con naturalidad”. “Es que no podía hacer nada, lo horrible hubiera sido no poder hacerla porque ya se ha hecho otra, pero en esta era al mismo tiempo casi. No me turbó mucho el ánimo porque siempre supe que la estaban haciendo y que saldría antes que nosotros, porque ellos terminaron antes de rodar. Y lo digo con sinceridad, el éxito que ha tenido me parece estupendo y creo que nos va a venir muy bien a nosotros, porque a rebufo, aunque solo sea por la comparación, quizás la gente va a ir a verla”.

Desde hace años se habla de ese “deshielo” respecto a ETA en la ficción, y la coincidencia de las dos películas apunta a ello. “Cuando se pueden hacer cosas sobre algo que antes era más difícil es que hay un cierto deshielo. Que el deshielo sea total… Eso ya no lo sé, pero sí que es un momento en el que puedes hacer cosas que antes eran más difíciles de hacer, pero no creo que fuera por una cuestión política y de censura, sino porque los productores no lo veían como un formato atractivo. Pasaba en mi época con la Guerra Civil. Hay temas que, no me preguntes por qué, porque yo creo que estaban equivocados, se decide que no son interesantes”, analiza Díaz Yanes que cree que Patria fue la que más ha contribuido a ese deshielo.

Ahora llega el momento del estreno, también de que la gente la vea y de que muchos la critiquen o esperen una declaración fuera de tono para ello. A Tano no le preocupa mucho. “A mi edad me preocupan muy pocas cosas, y esta bastante poco”, dice afable. Abaitua confiesa que sí “estaba nerviosa con el día de prensa”, pero que rodando nunca pensó en cómo sería recibida. “Rodando no puedo estar pensando en si pienso esto o me van a decir esto, sino en meterme en la piel de esa persona, porque sino sería imposible”.

Del gran uso del material de archivo, que repasa la historia de España a través de sus atentados, pero que no se deja en el camino las torturas de Intxaurrondo, el director le cede el mérito a su montador, Bernat Vilaplana, así como de la gran escena del filme, ese montaje paralelo en torno a Miguel Ángel Blanco: “Era muy complicado porque le podía haber quedado una cursilería acojonante, pero es un monstruo y lo ha hecho fantástico. Me lo enseñó y me preguntó si me gustaba, y le dije que mucho. La decisión final es mía, pero todo el proceso con esa escena en concreto es suyo”.

Deja claro que no es que quiera hacerse el humilde, pero en su boca solo hay halagos para todo el quipo técnico, y para los actores. “Hay que darle el crédito a todo el mundo, porque la gente habla como si los directores fuéramos fantásticos y lo sabemos todo, y eso no es verdad. Hay cosas que no sabemos, y para eso tenemos a un montador, porque ven la película de una forma distinta que tú, tienen un compás diferente en la cabeza”, zanja. Ahora queda ver si el público responde de la misma forma ante su infiltrada, y si ese deshielo se materializa con su película.