
La superanciana María Branyas, la mujer que batió un récord mundial al vivir 117 años, tenía características propias de la longevidad saludable y también presentaba señales de envejecimiento extremo, según ha concluido un estudio de Instituto de Investigación contra la Leucemia Josep Carreras. Las principales conclusiones de la investigación, publicada este miércoles en la revista Cell Reports Medicine, señalan que Branyas presentaba característica biológicas, como un buen microbioma , que suelen estar asociadas a la longevidad saludable.
Manel Esteller, jefe del grupo de Epigenética del cáncer del Instituto, ha liderado este estudio que incluye el análisis completo de las muestras obtenidas de María Branyas antes de fallecer. La investigación supone el estudio más exhaustivo hasta la fecha realizado sobre una superanciana.
María Branyas, nacida en San Francisco en 1907 y fallecida en Olot (Gerona) en 2024, es la persona más longeva jamás registrada en la historia. Esta superanciana catalana llegó incluso a sobrevivir al Covid. Esteller analizó para el estudio las características diferenciales del cuerpo de Branyas, que con una salud de hierro nunca tuvo cáncer, demencia u otras patologías propias de la vejez.
Branyas y su familia accedieron a participar en la investigación y dejar que el equipo de Esteller recogiera muestras de su cuerpo, como saliva, sangre y orina. El equipo de investigadores ha concluido que quienes superan edades centenarias no lo logran por un retraso general del envejecimiento, sino por una «fascinante dualidad: la presencia simultánea de señales de vejez extrema y de longevidad saludable», según ha indicado el propio Esteller.
Los investigadores han observado que María Branyas presentaba características genéticas asociadas a la neuroprotección (que evitan la demencia) y la cardioprotección (que preservan el correcto funcionamiento cardiovascular). La catalana tenía también un microbioma muy joven, como el de una niña, dominado por bifidobacterias beneficiosas, así como una edad biológica inferior en diecisiete años a la cronológica, según conclusiones parciales del estudio que ya se dieron a conocer el pasado marzo.
Pero a la vez, el equipo investigador detectó signos inequívocos de envejecimiento, como telómeros muy cortos (los extremos de los cromosomas, que se acortan con la edad), un sistema inmunitario proinflamatorio y una población envejecida de linfocitos B (células del sistema inmunitario que se forman a partir de las células madre en la médula ósea).
Como Branyas no tuvo patologías graves , este estudio permite distinguir claramente entre envejecimiento y enfermedad. El caso de esta superanciana ofrece una visión global de los efectos del envejecimiento sobre el organismo que podrían ser útiles para buscar formas de contrarrestarlos, según los investigadores.
Dado que el envejecimiento del sistema sanguíneo se asocia estrechamente con una mayor incidencia de cánceres hematológicos, como la leucemia y los síndromes mielodisplásicos, los resultados de este estudio sobre supercentenarios también podrían ofrecer valiosas pistas para profundizar en la comprensión de estas enfermedades, según Esteller.