La muerte del diputado Andriy Parubiy en Leópolis se interpreta como parte de una campaña encubierta de atentados y coches bomba librada entre Moscú y Kiev, aunque ninguna de las dos partes asuma públicamente la responsabilidad de sus ataques
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Vestido completamente de negro, y con un casco amarillo y una gran caja amarilla a la espalda, el hombre montado en la bicicleta parecía un repartidor de comida más, uno de los cientos que recorren la ciudad de Leópolis, situada al oeste de Ucrania, muy cerca de la frontera con Polonia.
Este repartidor, sin embargo, no tenía pedidos que entregar. Se ocultaba en una calle lateral tranquila, esperaba la llegada de un hombre calvo de 54 años, con el pelo gris recortado en los lados y gafas de montura negra. Durante semanas, el hombre en bicicleta había observado los movimientos de su víctima y sabía que saldría de su edificio para ir al gimnasio. Cuando lo hizo, el falso mensajero se acercó por detrás, sacó una pistola y le disparó ocho veces antes de huir.
El asesinato del 30 de agosto fue, según muchas voces, el último de una serie de atentados en Ucrania y Rusia, parte de una guerra en la sombra entre ambos países librada por sus servicios de inteligencia enfrentados y sus cómplices sobre el terreno. Hasta ahora ha incluido ejecuciones a tiros, coches bomba y, en un caso, incluso un patinete explosivo.
La policía se dio cuenta rápidamente de que el fallecido era Andriy Parubiy, uno de los políticos nacionalistas más conocidos de Ucrania. Durante su adolescencia, Parubiy hizo campaña a favor de la independencia de Ucrania de la Unión Soviética y en la década de los noventa se radicalizó y se unió a un entorno nacionalista ucraniano de extrema derecha. Posteriormente moderó sus opiniones, pero se mantuvo firme en su convicción de que Ucrania debía liberarse de toda influencia rusa.
Las represalias del Maidán
Durante las protestas del Maidán de 2014 en Ucrania, Parubiy organizó grupos de manifestantes en “unidades de autodefensa” que se enfrentaron a la policía antidisturbios. Tras la caída de Viktor Yanukóvich, se convirtió en secretario del Consejo de Seguridad de Ucrania, mientras el país intentaba tomar un nuevo rumbo que lo alejara de Rusia. Cuando estalló la guerra a gran escala en 2022, ya no era un político tan prominente, pero seguía siendo diputado.
“Era un verdadero patriota de Ucrania, una persona con un sincero deseo de construir una Ucrania mejor”, dice Yarema Dukh, que fue en el pasado secretario de prensa de Parubiy. Por su parte, Volodímir Ariev, diputado del partido Solidaridad Europea, del que también formaba parte Parubiy, ha señalado que era “una persona que luchaba por la independencia real del imperio ruso, el imperio postsoviético”.
Rusia ha descrito a Parubiy como una figura más siniestra y lo considera responsable de la muerte de decenas de partidarios prorrusos en Odesa en mayo de 2014, cuando un día de enfrentamientos entre simpatizantes rusos y ucranianos terminó en un incendio en el que murieron más de 40 personas. El Kremlin describe aquellas muertes como una masacre brutal y deliberada.
En una entrevista en 2015 con la televisión ucraniana (Hromadske), Parubiy contó que los servicios de inteligencia del país le habían informado de que Rusia había urdido un plan para secuestrarlo y llevarlo a territorio ruso para un juicio propagandístico sobre el “golpe” en Maidán y las muertes en Odesa. “Después de esto, por primera vez en mi vida, acepté tener un equipo de seguridad”, señaló ante la cámara.
Parubiy también fue objeto de una investigación penal en Ucrania en torno a las muertes en Odesa, en un caso que nunca llegó a concluirse. Muchos ucranianos interpretaron los brutales acontecimientos de Odesa como el momento en que las fuerzas proucranianas se enfrentaron al sentimiento separatista instigado por Rusia, evitando que se repitiera en Odesa el escenario completo que el Kremlin había urdido en Donbás.
Vladímir Putin nunca olvidó los acontecimientos de Odesa, como lo demuestra un discurso pronunciado justo antes de invadir Ucrania en 2022. “Los criminales que llevaron a cabo esta atrocidad no han sido castigados, pero nosotros sabemos perfectamente quienes son y haremos todo lo posible para encontrarlos, llevarlos ante la justicia y castigarlos”, afirmó.
En una “lista negra”
Cuando Rusia fracasó en su intento de ocupar Odesa en 2022, parece que el Kremlin recurrió a otros métodos. Según ha explicado una fuente del Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU) a The Guardian, Parubiy figuraba en una supuesta “lista negra” rusa con decenas de nombres de ucranianos destacados, que un servicio de inteligencia aliado entregó al SBU en las semanas posteriores a la invasión a gran escala.
Según la fuente, el entonces responsable del SBU, Ivan Bakanov, llamó personalmente a Parubiy para advertirle de que estaba en la lista. Sin embargo, como el país se encontraba entonces en la fase más intensa de respuesta a la invasión rusa, no contaba con recursos para proporcionarle medidas de seguridad personal. A los que figuraban en la lista simplemente se les dijo que actuaran con cautela y fueran conscientes de la amenaza. Algunos medios de comunicación ucranianos informaron de que Parubiy había solicitado posteriormente medidas de seguridad, pero se las denegaron.
Los servicios de inteligencia extranjeros deberían estar atentos a las amenazas; si eso falla, los servicios de contrainteligencia deberían seguir el proceso de planificación y, si eso falla, la seguridad personal debería neutralizar la amenaza. Los tres niveles fallaron
El de Parubiy no es el primer asesinato relacionado con la violencia de Odesa en 2014. En marzo de este año, el bloguero Demyan Hanul, de 31 años, que también participó activamente en el movimiento antirruso de Odesa en 2014, fue asesinado a tiros en la ciudad.
La fiscalía de la región informó de que el sospechoso del tiroteo era un soldado ucraniano que había desertado de su puesto y aceptó cometer el asesinato por encargo de personas que aseguraban trabajar para las autoridades ucranianas, pero que en realidad actuaban para Rusia. Está previsto que el juicio comience en breve.
El diputado ucraniano Oleksiy Honcharenko dice a The Guardian que los servicios de seguridad también le advertieron de que estaba en una lista de personas a asesinar. En junio, un tribunal ruso le condenó en rebeldía a 10 años de cárcel por acciones que, según el tribunal, eran responsabilidad suya en la violencia de Odesa.
Un “enemigo del Kremlin” sin protección
Valeriy Kondratiuk, exjefe de los servicios de inteligencia exterior y militar de Ucrania, sostiene que el servicio de seguridad interno ruso, el FSB, elige quién debe ser asesinado y posteriormente distintas agencias llevan a cabo las ejecuciones. “El FSB se encarga de elaborar las listas y luego se coordina entre sus diferentes servicios para llevar a cabo los asesinatos”, ha señalado.
Kondratiuk indica que, dado que Parubiy era conocido por ser un “enemigo personal del Kremlin”, fue un error por parte del Estado no proporcionarle guardaespaldas, y que el asesinato pone de manifiesto las deficiencias del aparato de seguridad de Ucrania.
En su opinión, Ucrania debería contar con tres niveles de seguridad: “En primer lugar, los servicios de inteligencia extranjeros deberían estar atentos a las amenazas; si eso falla, los servicios de contrainteligencia deberían seguir el proceso de planificación y, si eso falla, la seguridad personal debería neutralizar la amenaza”. “En este caso, los tres niveles fallaron”, concluye.
Rusia recluta ucranianos para los asesinatos
Los servicios rusos se han vuelto expertos en reclutar ucranianos para llevar a cabo estos asesinatos, a veces apelando a la ideología y otras veces utilizando reclutamientos “bajo bandera falsa” y fingiendo ser delincuentes o autoridades ucranianas. Moscú incluso ha reclutado a adolescentes ucranianos para que actúen como terroristas suicidas involuntarios en comisarías de policía y otros edificios oficiales.