La heroica tripulación de la flotilla que navega hacia Gaza para impartir justicia comienza a notar los primeros efectos de la travesía en mar abierto. Se trata de un síndrome bastante habitual que los clásicos ya detectaron en diversos tratados, compilaciones y anales desde la Antigüedad. Difieren las fuentes, eso sí, pero a lo largo de los siglos las exégesis más sobrias dan por buena la expresión acuñada por los marineros del mar de Libia entre el II y III siglo después de Cristo. Una etapa ciertamente tempestuosa por las incursiones que desde el Asia menor se realizaban contra cualquier esquife que buscara la concordia y la buena fe entre los pueblos y civilizaciones de aquel entonces. Quizás el rostro de Greta Thunberg ofrezca menos señales para el diagnóstico por su planicie y dureza

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