
Entre el Ebro y los Pirineos, donde el río Isuela marca el ritmo de la vida, se levanta una ciudad que ha sabido custodiar un legado único. Huesca , conocida como la puerta de los Pirineos , guarda entre sus calles una catedral gótica de primer nivel, murallas árabes que recuerdan su pasado fronterizo y relatos que han forjado la historia de Aragón.
De Osca a Wasqa: la huella de romanos y musulmanes
El origen de Huesca se remonta a la ciudad celtíbera de Bolskan, transformada por Roma en Urbs Victrix Osca , célebre por su academia de latinidad. Durante siglos fue un centro de referencia cultural y militar, con figuras como Quinto Sertorio, que desafió al Senado romano desde estas tierras.
Con la llegada de los musulmanes, la ciudad pasó a llamarse Wasqa y se convirtió en el enclave más septentrional de al-Ándalus. Se alzó entonces un complejo sistema de murallas que resistió asedios francos y vio morir al rey Sancho Ramírez en 1094. Poco después, Pedro I conquistaría la ciudad tras la batalla de Alcoraz, en la que la tradición asegura que intervino San Jorge, futuro patrón de Aragón.
El carácter fronterizo de Huesca explica la importancia de sus fortificaciones, de las que aún se conservan tramos visitables en la zona de Joaquín Costa y la Plaza de Toros. Aunque hoy solo sobreviven torres y puertas como la de Montearagón, su valor histórico es incalculable.
Corte aragonesa y episodios legendarios
La ciudad fue residencia real durante años, cuna de monarcas como Alfonso II o Pedro II y escenario de episodios célebres como el de la Campana de Huesca . Según la crónica, Ramiro II convocó a los nobles rebeldes para mostrarles una campana que resonaría en todo el reino; en realidad, acabó decapitándolos, imponiendo autoridad de forma brutal.
Otro hito fue la celebración en 1247 de las Cortes que redactaron los primeros Fueros de Aragón , base jurídica del reino. La fundación de la Universidad en 1354 convirtió a Huesca en uno de los focos intelectuales de la península, con facultades de Teología, Derecho o Medicina que atrajeron estudiantes durante siglos.
Más tarde, la ciudad vivió un auge modernista. El Casino de Huesca , proyectado por Ildefonso Bonells a comienzos del siglo XX, se convirtió en emblema de esa época. Su fachada blanca y sus salones decorados con mimo recuerdan el esplendor de una ciudad que nunca ha dejado de renovarse.
Una catedral sobre cimientos milenarios
El monumento más emblemático de Huesca es la Catedral de Santa María , levantada desde el siglo XIII sobre un espacio donde antes hubo un templo romano, una iglesia visigoda y una mezquita musulmana. El resultado es un edificio gótico que domina el casco histórico y que resume, piedra a piedra, la convivencia de culturas que marcaron la ciudad.
Su interior, con bóvedas imponentes, capillas ornamentadas y un retablo mayor de alabastro realizado por Gil Morlanes en el siglo XVI, convierte a esta catedral en uno de los tesoros patrimoniales de Aragón.