Donald Trump lleva años lanzando mensajes incendiarios contra la ciencia, pero lo que antes podía parecer una excentricidad puntual se ha convertido en un arma política cada vez más recurrente y, sobre todo, con un peligroso eco global . En apenas una semana, el presidente de Estados Unidos ha acusado al paracetamol y a las vacunas de estar detrás de una supuesta "epidemia de autismo" y ha vuelto a tachar el cambio climático de "estafa". Sus declaraciones han generado una respuesta unánime de la comunidad científica internacional, que se ha movilizado para desmentirlas de inmediato . Aun así, según alertan los expertos, el verdadero peligro de la deriva anticientífica de Trump no está solo en la falsedad de sus mensajes sino en su capacidad de propagarse. El eco de sus palabras ya

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