En las grandes terminales de trenes, la gente camina mirando hacia abajo o mirando hacia arriba. Hacia sus teléfonos para confirmar rutas y horarios o hacia el cielo buscando los paneles de información.

El mueble en el medio era verde e invitaba, en inglés y en francés, a tomar un libro gratis. La leyenda indicaba que debés prometer que lo dejarás sobre otro mueble igual en algún lugar del mundo.

Si es gratis, es bueno

La palabra “gratis” me conmovió. Para un nieto de piamonteses, esa palabra es mágica; y para un hijo de un amante de la lectura, la oferta era insuperable.

El libro que tomé se llamaba Las baladas del ajo; la verdad es que cualquiera podría preguntarse si no existía otro título más tentador. Me atrajeron la tapa y el estado casi nuevo del libro. En la contratapa decía qu

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