El acervo cultural occidental acostumbra a calificar como integristas a aquellos que profesan un credo de manera exhaustiva, rigurosa y casi enfermiza y que la priorizan por encima de los derechos y las leyes humanas, que en esos países desaparecen ante los preceptos religiosos. Habitualmente se utiliza ese término y sus variantes para calificar a una tipología concreta de fieles del Islam y de los países que han asimilado -habitualmente, de manera impuesta- dichos formatos teocráticos como marco institucional. No obstante, el cristianismo, hilo con el que se cosen las sociedades de corte europeo desde hace siglos y que parecería, a primera vista, el cotejo laico a todo lo descrito, no está exento de este tipo de doctrina, que ha experimentado en los últimos meses un crecimiento exponencia
El peligro del nacionalismo cristiano

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