“Hay olor a default”, dijo desde el balcón de su prisión domiciliaria en la calle San José 1111, en el barrio de Balvanera, Cristina Fernández de Kirchner. Más allá de la intención claramente destituyente utilizada por la condenada expresidenta –nota al pie: esta es una muestra más de la actitud golpista que el peronismo en la oposición ha tenido siempre–, la frase representaba una realidad: la falta de reservas en el Banco Central ponía al país ante la dura realidad de la cesación de pagos. Esta falta de reservas –entiéndase, dólares– amenazaba seriamente al Gobierno. La catastrófica derrota sufrida por la alianza La Libertad Avanza-PRO en la provincia de Buenos Aires paralizó al Gobierno y generó un clima de desconfianza que trajo como consecuencia una abrupta alteración de los así llama

See Full Page