Los campos de concentración nazis se diseñaron como lugares donde el internamiento equivalía a una sentencia de muerte segura. La desnutrición, las enfermedades y las ejecuciones formaban parte de la maquinaria de aniquilación, aunque algunos prisioneros lograron resistir apoyados en habilidades concretas, favores del azar o relaciones dentro de las redes clandestinas.

La supervivencia, escasa y siempre frágil, dependía tanto de la fuerza física como de la astucia en un contexto que buscaba anular cualquier atisbo de dignidad. En ese marco extremo aparece la figura de un boxeador polaco cuya pericia en el ring le abrió una rendija hacia la vida.

Un joven deportado encontró en los puños la forma de prolongar su vida dentro de Auschwitz

Tadeusz Pietrzykowski , conocido como Teddy , se convirtió en prisionero número 77 de Auschwitz y encontró en el boxeo una herramienta para mantenerse con vida . Entre 1941 y 1943 protagonizó entre 40 y 60 combates frente a rivales de gran corpulencia, logrando victorias que le proporcionaban pan, margarina o la posibilidad de desempeñar trabajos menos agotadores .

Su técnica y agilidad, forjadas en los años previos a la guerra, hicieron posible que aquel joven deportado con apenas 42 kilos desafiara a contrincantes mucho más pesados.

Varsovia y un maestro del ring marcaron sus pasos antes de la deportación

Ese recorrido de supervivencia incluyó traslados a otros campos del sistema nazi. El 14 de marzo de 1943 fue enviado a Neuengamme , cerca de Hamburgo, donde disputó alrededor de 20 peleas, entre ellas un duelo célebre contra Schally Hottenbach , púgil alemán de 96 kilos.

Más tarde lo llevaron a Bergen-Belsen, donde las condiciones eran devastadoras y miles de cuerpos se acumulaban en fosas comunes. Allí, en abril de 1945, las tropas británicas encontraron a Pietrzykowski exhausto pero aún con vida .

Su participación en redes clandestinas le llevó a realizar acciones contra mandos nazis dentro del campo

La experiencia en Auschwitz no se limitó a los combates. Desde marzo de 1941 se había integrado en la Związek Organizacji Wojskowej , la red clandestina organizada por Witold Pilecki . Su colaboración incluyó transmitir mensajes, sabotear trabajos forzados y participar en acciones contra mandos del campo.

Una de ellas fue el intento de asesinar al comandante Rudolf Höss mediante la manipulación de la silla de montar de su caballo, lo que acabó con una pierna rota para el oficial. También acabó con la vida de un perro adiestrado para atacar a reclusos judíos , animal que los presos cocinaron después para alimentarse.

El camino hacia el boxeo había empezado en Varsovia bajo la tutela del entrenador más influyente de Polonia

Los inicios de aquel joven deportado se habían forjado lejos del horror. Nació el 8 de abril de 1917 en Varsovia, se apasionó por el fútbol en su adolescencia y más tarde se orientó hacia el boxeo. Fue alumno de Feliks Stamm , considerado padre de la escuela polaca de pugilismo, quien lo acompañó en su desarrollo táctico y técnico. Alcanzó el título de campeón de Varsovia y el subcampeonato nacional en peso gallo , credenciales que lo colocaban entre las promesas del deporte polaco en los años 30 .

La guerra cambió el rumbo de su vida. El 8 de septiembre de 1939 defendió Varsovia como artillero ligero y, tras la capitulación, trató de llegar a Francia para unirse al ejército que se organizaba bajo el mando de Władysław Sikorski .

Su intento fracasó y cayó detenido en la frontera húngaro-yugoslava. Pasó por prisiones de Muszyna, Nowy Sącz y Tarnów hasta que fue incluido en el primer gran transporte a Auschwitz el 14 de junio de 1940, junto a 727 polacos más.

Su primer enfrentamiento en prisión lo convirtió en un referente para otros reclusos que vieron en él resistencia

Su primer combate en el campo llegó en marzo de 1941 frente a Walter Düning , excampeón alemán de peso medio que ejercía como kapo. El enfrentamiento se celebró con guantes de trabajo y, contra todo pronóstico, Pietrzykowski se impuso gracias a su técnica.

El premio fue un pan y una tableta de margarina , que compartió con compañeros, y la oportunidad de ser asignado al grupo de cuidado de animales, donde accedía a restos de comida. A partir de entonces se convirtió en pieza importante de espectáculos que los SS organizaban los domingos.

Tras la liberación reconstruyó su vida en el deporte hasta convertirse en profesor

De esos enfrentamientos destacan tanto las victorias como la solidaridad que generaban. Prisioneros recordaron décadas más tarde la imagen de un polaco derrotando a alemanes frente a la mirada de guardias nazis, un hecho que infundía un sentimiento de resistencia en medio del terror. Solo perdió un combate en Auschwitz, contra el neerlandés Leu Sanders , aunque luego logró imponerse en la revancha.

El final de la guerra lo sorprendió devastado físicamente, pero con la voluntad intacta. Tras ser liberado se unió a la 1ª División Blindada del general Stanisław Maczek , donde organizó actividades deportivas para soldados. Más adelante volvió a Polonia, se graduó en la Academia de Educación Física de Varsovia y ejerció como entrenador y profesor en Bielsko-Biała.

Allí escribió en una de sus salas una frase dirigida a sus alumnos: “Ser es ser el mejor” . Murió en esa misma ciudad el 18 de abril de 1991, a los 74 años, después de haber demostrado que la técnica de un boxeador podía convertirse en un salvavidas dentro del mayor campo de exterminio nazi.