La imagen de Tadej Pogacar siendo doblado por Remco Evenepoel hace una semana en la contrarreloj dio la vuelta al mundo. Un mal día argumentó el esloveno, que ha dado amplias muestras de fatiga psicológica desde su victoria en el Tour de Francia. Una semana después, el gran Pogacar renació en Kigali, en la tierra de las 1.000 colinas, en el país donde la bicicleta se ha convertido en religión para olvidar un pasado desastroso, con otra exhibición de esas que sólo él es capaz de gestar. Atacó a 104 kilómetros de la meta, en el Muro de Kigali, y desde allí rodó y rodó contra todos casi en solitario.
Valentía, convicción, fuerza y una capacidad de superación inaudita. Se terminan los adjetivos para definir lo logrado por Tadej Pogacar, campeón ya el año pasado en Zurich, gran dominador de la