Tienen los de Sortu fondo de armario suficiente para organizar homenajes a sus «gudaris», que bastante manoseado tienen al pobre Txiqui, uno de Zamora que entró en ETA y, consciente de que lo iban a fusilar –eran los estertores del franquismo–, se encaró al tribunal militar, reconoció la pertenencia a la banda y marchó a la ejecución con una entereza pasmosa. Digo que tienen fondo de armario de sobra porque entre los etarras que se mataron con sus propias bombas (30), los que se suicidaron (26) –uno en un coche de la policía de San Francisco, ahorcándose con el cinturón de seguridad, que ya es tirar–, los que murieron en enfrentamientos con las fuerzas de orden españolas y francesas (unos 80), los que mató el GAL y el Batallón Vasco Español (probablemente una docena) y los casos sin resolv

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