La semana pasada, la Argentina volvió a vivir horas de extrema tensión cambiaria. El dólar se disparó, los bonos soberanos se desplomaron y el riesgo país superó los 1.400 puntos básicos, marcando uno de sus niveles más altos del año. Para contener la corrida, el Banco Central vendió más de 1.100 millones de dólares en 48 horas, con un fuerte volumen de 678 millones en una sola rueda. La estrategia oficial quedó al desnudo: con reservas netas negativas y sin dólares líquidos de libre disponibilidad, el Banco Central no tiene poder de fuego genuino para sostener el techo de la banda cambiaria.

Dado que el tipo de cambio nunca tocó la banda inferior, el Banco Central no logró acumular reservas. Cuando la cotización alcanzó el límite superior, la intervención se hizo con pólvora mojada: res

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