La Asamblea General anual de las Naciones Unidas es siempre una ocasión para hacer balance del estado del mundo. Pero este año, en el 80 aniversario de la fundación de la ONU, también ha sido una ocasión para hacer balance de la propia organización.

Se mire por donde se mire, la situación de la ONU es calamitosa. Aunque la agresión rusa contra Ucrania y las crecientes tensiones entre Estados Unidos y China no pueden achacarse a la ONU, sí ponen de manifiesto un problema fundamental. El Consejo de Seguridad de la ONU -en el que China, Rusia y Estados Unidos ejercen el derecho de veto- está sumido en un enfrentamiento permanente por una u otra cuestión, lo que impide que el resto de la organización avance en casi nada.

Consideremos la situación en Oriente Medio, donde la ONU ha desempeñado

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