Queridos y excelentísimos miembros del Comité Nobel:

Me dirijo a ustedes con suma humildad para pedirles que el viernes 10 de octubre concedan el galardón de la Paz al presidente Donald Trump. Solo él sabe cuáles son los méritos que acumula, pero el resto sabemos qué consecuencias tendría que finalmente fuera otro el premiado.

Ególatra como nadie, es lo que más desea y no soportaría que su narcisismo no se viera satisfecho con el galardón. Montaría en cólera, mutaría de naranja a pomelo, y sería capaz de enviar a la Guardia Nacional a Washington, Los Ángeles o Portland (bueno, eso ya lo ha hecho). Lo peligroso es que se le provoque tanto que redoble ese tipo de amenazas en forma de ultimátums que disfraza de acuerdos de paz, y finalmente se decida a sacar adelante el Gaza Resort, inv

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