Estamos tan ensimismados en los avatares del estado gangrenoso del sanchismo que se nos escapan los más que preocupantes –o esperanzadores, según se mire– movimientos que están produciéndose al sur de nuestro sur. La larga enfermedad de Mohamed VI, su acusado deterioro, las despiadadas luchas internas para capitalizar esa situación pero, sobre todo, para asegurarse un lugar al sol en el nuevo reinado, el escándalo de la enorme corrupción política y económica, cada vez más evidente para un pueblo que, en alta proporción, sigue sumido en la pobreza, la falta de inversiones en servicios básicos mientras se derrocha en obras faraónicas y se roba a manos llenas, la creciente represión, la falta de horizontes para la juventud, que se enfrenta a casi un 40% de paro, y otros muchos factores de rie

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