La privatización parcial de Nucleoeléctrica (Na-SA) , operadora de las centrales Atucha I,II y Embalse, agregó un nuevo capítulo a la frenética política nuclear argentina. La medida llega en paralelo a la adhesión formal al programa FIRST de Estados Unidos y al congelamiento de otros proyectos, incluidos Atucha III y IV que habían sido negociados con financiamiento chino. En ese movimiento se lee no solo un ajuste económico o una impronta "comercial", sino una respuesta al cambio geopolítico que imprimió el gobierno de La Libertad Avanza en el corazón del estratégico sector atómico.

El giro impulsado por Javier Milei —con el asesoramiento directo de Damián Reidel, su asesor estrella en materia tecnológica y nuclear— fue interpretado por especialistas, exfuncionarios y legislador

See Full Page