La mentira demuestra cordura. Por eso los locos –como las caderas en aquella canción de Shakira– no mienten. Por eso es preferible un político que mienta a uno que esté demente. Yo viví con una abuela que estaba loca a ratos. Cuando no lo estaba, mentía. Les aseguro que eran mucho mejores estos últimos ratos. Cuando yo era pequeño solo se recluía a los locos violentos y los ruidosos. Los que llamaban la atención. Los locos que pasaban por locos. A los otros los escondían las familias. Yo vivía con mi abuela porque cuando estaba loca no era violenta ni pegaba gritos. Por la noche, había locos que aullaban, pero no acertábamos a saber desde qué piso. Mi abuela no aullaba. Me quería, no me quería, mentía y, en ocasiones, oía a la gente, pero creía que le decían cosas que no le habían dicho. Q

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