Todo sucedió con tanta rapidez que la mayoría no se habrá dado cuenta de que, hace apenas un par de semanas, buena parte de la población del país estaba al borde de un abismo económico y que, de no haber sido por la intervención personal del presidente norteamericano Donald Trump, tendría que prepararse para un período acaso prolongado de estrechez extrema. Al perder los mercados confianza en el gobierno de Javier Milei, que se sintió abrumado por el rotundo triunfo peronista en las elecciones bonaerenses, se desató una corrida frenética contra el peso que amenazaba con culminar con el enésimo default argentino y una gran crisis sociopolítica comparable con la de diciembre de 2001 en que más de la mitad de la población del país se deslizó por debajo de la línea de pobreza.
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