El ascenso de la ultraderecha se acentúa por momentos. En muchos países, incluido el más poderoso, ya gobierna o influencia el gobierno. No es solo un cambio político sino cultural. Porque pone en cuestión, con amplio apoyo popular, los valores que llamamos progresistas y que son, en realidad, afirmación de libertad, igualdad y fraternidad.
Ha habido una regresión que pocos anticipaban. Se fundamenta, en parte, en la difusión incontrolada de mensajes e ideologías en redes digitales omnipresentes, que mistifican la realidad y manipulan a la gente. Pero el mensajero (las redes) no son causa del éxito del mensaje, aunque amplifican su efecto considerablemente. La eficiencia de cualquier mensaje depende de la receptividad y predisposición de quienes lo reciben. Negar la ciencia nos relega al