Hace poco más de una década, los primeros pasos del comercio electrónico chino hacia Occidente llegaron de la mano de páginas como DealExtreme o StrawberryNet. Eran portales sencillos que ofrecían gadgets y cosméticos directamente desde China a precios muy por debajo de los comercios tradicionales. Aunque no tenían logística sofisticada ni gran marketing, marcaron el inicio de un fenómeno que hoy domina el mapa global del e-commerce.

Con el tiempo, irrumpieron actores de otra escala. Alibaba, con su plataforma internacional AliExpress, consolidó la percepción de que en China se podía comprar de todo: precios bajos, enorme variedad de productos y una red de envíos que empezó a funcionar con cierta eficiencia. Estos gigantes fueron los que cimentaron la confianza de millones de usuarios fue

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