La selección chilena cerró la fase grupal del Mundial Sub 20 con un par de tareas. Una importante era timbrar la clasificación para los octavos de final, con la mochila de ser el dueño de casa. Otra, tan relevante, era mostrar un juego más convincente y empezar a ahuyentar las dudas que han aflorado respecto al proceso (sobre todo post Japón). Chile clasificó. De la manera más increíble tras caer por 2-1, pero se avanzó. Gracias a las tarjetas.
Después de 12 años, estos rivales se encontraron en una Copa del Mundo juvenil. En esta ocasión, los africanos llegaron sin margen. Ni el empate les servía. En el caso de los nacionales, una victoria les daba el pase a la siguiente etapa, mientras que la igualdad ya ponía un manto de incertidumbre y había que sacar la calculadora.
Entre las bajas