Imagino el horizonte de vivir 137 años como algo poético, como aquel Ismael bíblico que trasciende el tiempo. Pero incluso los sueños más simbólicos pueden apoyarse en los hallazgos científicos de este momento.

Recientemente se ha descrito el caso de María Branyas Morera, una mujer que falleció a los 117 años, pero cuyo ADN reveló que su edad biológica era 23 años inferior a la cronológica. En otras palabras: sus células, tejidos y funciones internas respondían más como las de alguien de 94 años. Ese descubrimiento ha reavivado debates sobre los límites reales de la longevidad humana.

Los científicos que la estudiaron no hallaron un único factor milagroso, sino una constelación de elementos protectores: un sistema inmune eficiente, una microbiota intestinal saludable comparable a la de a

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