Fue alrededor de las 16 cuando las cuatro cabeceras del Kempes comenzaron a compactarse de hinchas y socios albiazules. Muchos decidieron estirar la previa hasta último momento, en especial quienes se ubicaron debajo del puente del Vado, tradicional “templo” donde los clásicos se viven con un sabor especial (a fernet).
Media hora después, el estadio estaba completo de bote a bote, y en la platea Gasparini una gigantesca bandera lo cruzaba con la inscripción: “La historia de Córdoba la escribe Talleres”. Algunos cantos xenófobos hacia los piratas ausentes —que lo miraban por TV debido a la prohibición de hinchas visitantes— fueron acallados rápidamente, para que la fiesta previa se matizara con los estribillos más conocidos, a modo de himno.
El recibimiento: fuegos, cánticos y emoción
El