La flotilla no ha logrado sus objetivos de ayuda humanitaria y sí, en cambio, un éxito mediático monumental. Ha sido un factor importante de movilización de cientos de miles de personas que, en todo el mundo, se han manifestado contra la política de Netanyahu (en Barcelona, con cánticos de métrica desigual, en catalán, castellano, inglés y árabe). Durante un mes, los barcos han acaparado una atención informativa que ha alimentado el sarcasmo de sus detractores, pero también el interés de mucha gente –sobre todo jóvenes– que se han estrenado en la práctica de la consciencia geopolítica. Una conciencia centrada en un mundo en el que los unos aniquilan a los que han prometido aniquilarlos a ellos y en el que conviene distinguir la auténtica solidaridad con las víctimas inocentes de los que va
Consciencia solidaria, por Sergi Pàmies
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