En San Ignacio, corazón cafetalero de la región Cajamarca, la minería ilegal avanza con una velocidad que supera cualquier intento de control de sus ciudadanos. A orillas del río Chinchipe, las retroexcavadoras trabajan día y noche mientras los cafetales se quedan sin manos durante la cosecha. La promesa de dinero rápido ha desplazado a los jóvenes del campo hacia los campamentos mineros, dejando a las fincas sin trabajadores en meses claves para el cultivo y a las comunidades bajo la amenaza de la contaminación. La expansión desmedida de concesiones superpuestas al cauce del río, agrava una crisis que pone en riesgo certificaciones internacionales y décadas de esfuerzo por construir una caficultura sostenible.
El oro ilegal vale más que el futuro del café en Cajamarca
Ojo Publico10/12
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