El precipitado final del gobierno de Dina Boluarte llegó a manos del Congreso y no por la indignación ciudadana convertida en protesta, como lo avizoraba esta columna la semana pasada. Sin embargo, su origen fue el mismo: un régimen devenido en cadáver insepulto muchas jornadas atrás. ¿Qué esperar del sucesor, José Jerí?

En principio, algo no muy distinto. Al final de cuentas, su sostén parlamentario sigue siendo el mismo y los enormes pasivos que carga el jefe del Estado encargado son similares a los de su predecesora.

No obstante, Jerí ha optado por distinguirse de ella. Entre el voluntarioso ánimo del actual mandatario y la displicencia e insensibilidad que mostraba Boluarte, hay una marcada diferencia. Al menos es lo que busca proyectar el nuevo presidente.

A pesar de ello, el alto

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