Entrar en según qué foros de internet o en redes sociales como X puede ser, en muchas ocasiones, cómo andar por un terreno minado. Un comentario desafortunado o simplemente que no guste a alguno de los participantes y puede estallar una tormenta de insultos y amenazas. El odio digital es tan habitual que a menudo lo consideramos parte inevitable de las redes sociales, y tendemos a asociarlo a la mala educación de algunos internautas. Pero, ¿qué ocurriría si el lenguaje del odio en internet no fuera sólo un reflejo de mala educación? ¿Qué pasaría si escondiese patrones que recuerdan a otras formas de comunicación humanas relacionadas con determinadas alteraciones de la personalidad?

See Full Page