Hay un antes y un después de la crueldad que vivió Sandra, el dolor que la condujo a este final ha sacudido conciencias y a un país entero que seguimos conmocionados. Desgraciadamente no es la primera víctima que acaba arrebatándose la vida en estas circunstancias. En nuestra memoria permanece Kira que con 15 años se suicidó, hace cuatro años, tras sufrir acoso escolar durante casi toda su vida escolar. Sus pérdidas deben suponer un punto de inflexión.

La pérdida de Sandra debe unirnos para romper la espiral de silencio que muchos centros han adoptado o pueden llegar a adoptar ante la violencia en sus aulas. La sociedad tiene que dar la respuesta contundente que requiere este problema social, que tenemos en muchas aulas y patios de colegios de toda España. Una respuesta a la altura del su

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