Nicolas Sarkozy no es un recluso cualquiera. A la muy mediatizada entrada en la cárcel parisina de la Santé del expresidente francés, ayer, se añadió la información sobre la presencia constante, las 24 horas del día, de dos miembros de su servicio de escolta, armados, para garantizar su protección. Este hecho, conocido a posteriori, ha generado controversia política y jurídica, amén de la enérgica protesta del sindicato de guardias penitenciarios, que se han sentido menospreciados.
El ministro del Interior, Laurent Núñez, hubo de justificar en una entrevista televisada, ayer por la mañana, el mantenimiento de los escoltas –que tienen a su disposición una celda contigua a la de Sarkozy– por las amenazas que existen contra el exjefe de Estado y por su propia condición de exmandatario.
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