Nicolas Sarkozy, expresidente de Francia, ha ingresado este martes en la prisión de La Santé, en París, para cumplir una condena de cinco años por asociación ilícita en el caso de financiación ilegal de su campaña presidencial de 2007 con fondos del régimen libio de Muamar el Gadafi. Con este hecho, Sarkozy se convierte en el primer exjefe de Estado francés en ser encarcelado. El exmandatario, de 70 años, llegó al centro penitenciario acompañado de su esposa, la cantante Carla Bruni, poco antes de las diez de la mañana. Su ingreso se realizó bajo un gran despliegue mediático y de seguridad. Sarkozy fue trasladado a una zona de aislamiento, lejos del resto de los internos, siguiendo un protocolo especial. Antes de su ingreso, publicó un mensaje en la red social X, afirmando: “No es un expresidente de la República quien está encarcelado esta mañana, sino un hombre inocente”, denunciando lo que considera una “venganza judicial”. La sentencia, dictada el 25 de septiembre, establece que Sarkozy buscó financiación del régimen libio cuando aún era ministro del Interior, aunque no se demostró que el dinero llegara a su campaña. A pesar de su condena, el tribunal destacó la “gravedad excepcional de los hechos” para justificar su ingreso inmediato en prisión. Sarkozy ha apelado la condena, y sus abogados podrán solicitar la libertad condicional en los próximos días, aunque la decisión podría tardar semanas. Durante su estancia en La Santé, el expresidente dispondrá de una celda individual, acceso a biblioteca y gimnasio, y estará permanentemente custodiado por agentes de seguridad. La prisión de La Santé, inaugurada en 1867, ha albergado a figuras históricas y cuenta con una sección especial para internos considerados "vulnerables", donde se espera que Sarkozy sea recluido por motivos de seguridad. El ingreso de Sarkozy ha generado una fuerte repercusión política y mediática en Francia, marcando un hito en la historia del país. Su condena se enmarca en un escándalo de corrupción internacional que ha sacudido a la clase política francesa, involucrando a un antiguo presidente en un caso de financiación ilícita. Sarkozy, quien presidió Francia entre 2007 y 2012, ha negado las acusaciones y sostiene que es víctima de una persecución judicial y política. Sin embargo, los tribunales han considerado probada la financiación ilegal y la falsificación de documentos contables para ocultar el origen del dinero. Además, enfrenta otros procesos judiciales por presunta corrupción y tráfico de influencias, lo que complica aún más su situación legal y su futuro político.