El USS Gerald R. Ford, el portaaviones más potente de Estados Unidos, se dirige al Caribe, aumentando las tensiones en la región. La administración Trump está considerando intensificar sus acciones contra el narcotráfico, con el presidente venezolano Nicolás Maduro como objetivo principal. El despliegue del portaaviones, junto con aviones F/A-18 y un grupo de batalla, ha generado expectativas sobre posibles operaciones militares en Venezuela. El senador demócrata Mark Kelly advirtió que este movimiento podría ser un preludio para intimidar al régimen de Maduro o incluso para un cambio de gobierno. Trump ha calificado a Maduro como un dictador que niega elecciones y ha afirmado que Venezuela es un punto clave en el tráfico de fentanilo y otras drogas. Sin embargo, la evidencia sobre la producción de drogas en el país es escasa, y se ha señalado que las rutas de tráfico más importantes se encuentran en otras naciones. El presidente está considerando ataques a instalaciones de narcotráfico en Venezuela, aunque no ha descartado la diplomacia. “Los vamos a matar, ya saben, van a estar muertos”, declaró Trump, mientras el senador Lindsey Graham sugirió que los ataques terrestres son una posibilidad real. Las acciones militares en Venezuela plantean serias cuestiones políticas y legales. La Constitución de EE. UU. establece que solo el Congreso puede declarar la guerra, lo que significa que una decisión unilateral de Trump podría erosionar aún más los controles sobre la acción militar. Graham ha afirmado que Trump no necesita la aprobación del Congreso, argumentando que las reglas han cambiado en la lucha contra el narcotráfico. Sin embargo, el senador Rand Paul ha advertido que cualquier acción militar debe estar justificada y respaldada por pruebas. La Ley de Poderes de Guerra otorga al presidente 60 días para usar la fuerza militar antes de requerir autorización del Congreso. Este plazo podría expirar a principios de noviembre, lo que añade presión sobre la administración. Una posible guerra en Venezuela podría tener repercusiones significativas, tanto para la base de Trump, que apoya la política de "Estados Unidos Primero", como para los ciudadanos de las naciones involucradas. Aunque algunos venezolanos podrían ver con buenos ojos un cambio de régimen, la acción militar conlleva el riesgo de bajas civiles y podría fortalecer el apoyo al régimen de Maduro. Además, un cambio de régimen promovido por EE. UU. podría sentar un precedente peligroso en un contexto global donde los dictadores buscan expandir su influencia. Esto podría debilitar la posición de EE. UU. frente a otros conflictos internacionales, como la invasión rusa de Ucrania. La administración Trump parece estar priorizando sus intereses nacionales, buscando frenar el flujo de drogas hacia EE. UU. y abordar la crisis migratoria. Sin embargo, la mayoría del fentanilo ingresa al país a través de México y China, no de Venezuela. En resumen, la situación en América Latina se complica con el despliegue militar de EE. UU. y las intenciones de la administración Trump, mientras el presidente se encuentra en Asia, dejando en el aire el futuro de la región y sus implicaciones para la política interna de EE. UU.
¡Trump en Asia, pero la guerra acecha en América Latina!
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