David Larrubia es uno de esos malaguistas de corazón, de los que no necesitan darse golpes en el pecho, ni presumir de su sentimiento de pertenencia, porque sus actos respaldan sus palabras y marcan un camino muy exigente para el extremo, que muchos ya lo visualizan en el futuro como una leyenda del club de Martiricos, que haga su carrera completa en La Rosaleda .

Esas lágrimas tras el gol son las de una persona que se quita un peso de encima, de la que siente un peso sobre los hombros que no lleva por obligación, sino porque es el camino que ha elegido seguir en su vida. Cada fracaso no es una simple caída deportivo, sino también emocional, porque defraudar a los suyos, es también hacerlo a él mismo.

Por eso mismo, el extremo malagueño es de esos jugadores a los que los cánticos de "

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