A primera vista, el Royal Lodge parece un rincón de cuento en el corazón de Windsor. Pero detrás de los muros georgianos de la gran mansión, rodeados de jardines donde antaño paseaba la reina madre, vive hoy un hombre que encarna el lado más incómodo de la monarquía británica. El ha tenido que renunciar a sus títulos por el a menores que le lleva persiguiendo desde hace una década y que él siempre ha negado. Lleva años apartado de la vida pública por su polémica amistad con el pedófilo convicto Jeffrey Epstein y no se le conoce ni oficio ni beneficio.
Y, sin embargo, sigue manteniendo una vida de lujo. Ni siquiera Carlos III, cuentan fuentes cercanas a Palacio, tiene del todo claro cómo su costea los millones necesarios para mantener, entre otros, su residencia de 30 habitaciones o los g

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