Cuando llegas a Santander por primera vez, todo parece tranquilo, ordenado y rodeado de mar y verde. Pero basta pasar unos días para darte cuenta de que hay cosas que, aunque aquí se vivan con total naturalidad, no son tan "normales" en el resto de España. De hecho, muchos turistas se sorprenden, sonríen o directamente se quedan confundidos ante costumbres, escenas y formas de vivir que, en la capital cántabra, son parte del día a día.

Estas son algunas de esas cosas que los turistas creen que son normales... pero que solo pasan en Santander :

Comer rabas un sábado a mediodía como si fuera una religión

Para los santanderinos, las rabas no son un aperitivo cualquiera. Son un ritual. Un sábado sin rabas es un sábado perdido. Y ojo: no son calamares a la romana. Hay debate sobre cuáles son las auténticas, pero si vas por Puerto Chico, la calle Peña Herbosa o el Río de la Pila , verás terrazas llenas de gente pidiéndolas como si fuera misa.

Ir a la playa... aunque haga 17 grados

Un turista ve nubes, brisa y agua fría. Un santanderino ve oportunidad. En cuanto sale un rayo de sol, da igual la temperatura: la Playa del Sardinero , Los Peligros o La Magdalena se llenan. Hay quien se baña, quien pasea o quien simplemente se tumba con toalla y abrigo. Porque si hay sol, se va a la playa. Siempre.

Ponerle leche caliente al café con leche

Si pides un café con leche en Santander y no especificas, lo normal es que te lo sirvan con leche muy caliente . Y si lo quieres templado, mejor avisa antes. Algún turista se ha quemado los labios antes de aprenderlo.

Ver vacas desde la autovía como parte del paisaje urbano

Sí, hay vacas al fondo del Parque de Las Llamas , en el entorno de La Remonta , e incluso en los accesos a la ciudad por la S-20. Para los turistas es pintoresco. Para los santanderinos, simplemente es martes.

Tener vistas al mar y a la montaña en el mismo paseo

Una de las cosas que más sorprende a quien viene de fuera es cómo, en Santander, puedes pasear viendo el mar y, si giras, ves las montañas de Cantabria al fondo. Desde el mirador del Centro Botín , el Faro de Cabo Mayor o Mataleñas , esta postal es diaria.

Que el pan sea siempre bueno (incluso el de gasolinera)

Puede sonar a exageración, pero quien ha pasado tiempo en Santander lo sabe: el pan aquí es otra cosa . De masa dura, corteza crujiente y sabor de verdad. Incluso en los sitios menos esperados encuentras uno que podría pasar por artesano en otras ciudades.

Oír "la tierruca" y saber que va con amor

Muchos turistas se extrañan la primera vez que oyen hablar de "la tierruca". Piensan que es un diminutivo despectivo. Hasta que entienden que en Cantabria, y especialmente en Santander, es una forma de decir patria, hogar y cariño todo a la vez.

Ver a gente paseando... aunque esté cayendo el diluvio

En otras ciudades, la gente desaparece cuando llueve. En Santander, simplemente se adaptan. Con paraguas, botas o sin nada, la vida no se para por cuatro gotas . Y eso para el turista suele ser una revelación.