Hasta que a principios de este siglo el Girona despegó, por entonces un fijo en Segunda y ahora de Primera, la diferencia entre el club catalán y el Constància mallorquín, su rival en la primera ronda de la Copa, no era tanta. De hecho, el modesto equipo de Inca, fundado en el 1922, ocho años antes que el gironí, llegaba al duelo contra los catalanes con un balance positivo de siete victorias por cinco derrotas, la última hace 37 años con un gol de Delfí Geli, ahora presidente blanc-i-vermell. Sobre el papel, la brecha se ha agigantado en la actualidad, pero este martes no lo pareció sobre el verde en un duelo que los de Míchel solo resolvieron en la prórroga con los goles de Tsygankov y Vanat (2-3).

Se contagió de su mal inicio en la Liga un Girona plagado de canteranos en el once. L

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