En los primeros segundos del videoclip, nadie imagina que lo que se despliega es un lamento hecho imagen. No hay luces de concierto, ni coros que griten desde las nubes. Solo una casa en el barrio de El Paso, una lavadora que gira sin cesar, una cama sin hacer desde hace tres días. Y luego, como si el viento del desierto se hubiera vuelto voz, “Ich weiss, dass du gehst” —esa frase que no sale de una garganta, sino de un hueso— se eleva sobre cuerdas que no fueron grabadas en estudio, sino en el eco de una calle donde las madres esperan a sus hijos en la frontera, y nadie sabe si volverán.
El nombre del tema, Berghain , no es un homenaje a una discoteca. Es un nombre que lleva el peso de lo que no se dice. Es el lugar donde se entra sin pasaporte, donde el tiempo se pierde entre el su

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