El distrito, que une 23 escuelas y casi 4,000 empleados, enfrenta un recorte de $20 millones para el ciclo 2026-27, con otros $15 millones más en el horizonte. La respuesta no ha sido un grito, sino un susurro: puestos que no se rellenan, clases que se fusionan, programas que se apagan sin anuncio. Nadie firma una carta de despido. Simplemente, el silencio se vuelve más espeso cada semana.
En la secundaria Roosevelt, el departamento de arte ya no tiene espacio para los murales. La banda escolar se redujo a una docena de instrumentos. La directora lo dice sin amargura, pero con la certeza de quien ha visto desmoronarse lo que construyó: “Nos dijeron que hiciéramos más con menos. Pero cuando lo ‘menos’ ya no incluye a los maestros que enseñaron a tus hijos a tocar el violín o a creer en su

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