“Ya no se trata de si se cae la casa, sino de cuántos se quedan dentro” , dijo una mujer en San Juan de la Fronteira, mientras arrastraba un colchón empapado con las manos temblorosas. En el barrio La Ciénega, los rescatistas avanzaban bajo el aguacero interminable, usando palas y luces de teléfonos para despejar escombros, hasta sacar a las 17 personas atrapadas —dos niños de cuatro y seis años, una abuela de 82, y cinco adultos mayores— que habían pasado siete horas sin electricidad, sin agua, sin voz.

La evacuación masiva , más de 735,000 personas movilizadas en menos de 48 horas, fue el mayor esfuerzo logístico que la región había visto desde el huracán de 2017. Pero no todos pudieron partir. Muchos, especialmente en las comunidades de Tamaulipas y Veracruz, decidieron quedarse: po

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