 
El pequeño pueblo de Galisteo, en la provincia de Cáceres y cuenta con una peculiar muralla tanto por su estado de conservación cómo fue construida. Con alturas de hasta 12 metros en algunos puntos, la muralla almohade de Galisteo fue levantada con cantos rodados del río, una estructura excepcional entre las fortificaciones construidas en nuestro país.
Galisteo, a unos 90 kilómetros de la capital, en la orilla del río Jerte, cuenta con raíces históricas que se extienden desde la ocupación romana hasta la etapa musulmana, reflejando distintas etapas de asentamiento y desarrollo. Entre los años 1229 y 1837, la villa adquirió relevancia como centro del Señorío de Galisteo, una jurisdicción que comprendía varias aldeas cercanas, entre ellas Pozuelo de Zarzón, Guijo de Galisteo, Montehermoso y Carcaboso. Este papel administrativo consolidó su importancia dentro del Valle del Alagón y definió buena parte de su organización urbana.
El reconocimiento patrimonial de Galisteo llegó en 1991, cuando fue declarado Bien de Interés Cultural bajo la categoría de Conjunto Histórico, protegiendo tanto su trazado urbano como sus construcciones más representativas. Entre estas se encuentra la muralla de origen almohade, que rodea el casco antiguo y mantiene gran parte de su perímetro original. Esta protección permite apreciar la evolución del municipio a lo largo de los siglos y comprender cómo se integran sus elementos defensivos y civiles en la configuración actual del pueblo, ofreciendo un recorrido histórico y arquitectónico coherente para los visitantes.
La muralla de Galisteo, una estructura almohade singular
Galisteo conserva un recinto amurallado que envuelve por completo el núcleo histórico de la localidad. Su origen se remonta al siglo XIII, durante la etapa almohade, cuando se levantó empleando una técnica constructiva basada en cantos rodados del río, unidos con argamasa, un método adaptado a los recursos locales que ha permitido su permanencia a lo largo de los siglos.
El trazado se mantiene prácticamente intacto desde su construcción, configurando un perímetro de unos 1.200 metros que delimita el casco antiguo. Dentro de sus muros se encuentran la mayor parte de las viviendas y edificaciones del municipio, lo que explica que el conjunto urbano actual siga adaptándose al esquema defensivo original.
Las dimensiones de la muralla presentan variaciones según el terreno. En los tramos mejor conservados alcanza alturas próximas a los doce metros, mientras que en otras zonas desciende hasta los tres. Este desnivel responde tanto a la orografía del terreno como a las sucesivas fases de reconstrucción que ha experimentado. A lo largo del tiempo, el recinto ha sido restaurado en diversas ocasiones, siempre respetando el trazado original, lo que ha permitido mantener su aspecto general y su continuidad estructural.
El acceso al interior del recinto se realiza a través de tres puertas principales: la del Rey, la de la Villa y la de Santa María. Cada una cumplía una función específica dentro de la organización urbana medieval, y su disposición aún marca los puntos de entrada al casco histórico. Junto a la muralla se alza la torre del homenaje conocida como La Picota, un elemento añadido en época posterior que se ha convertido en el símbolo más reconocido del municipio.
Este conjunto, en el que muralla y torre mantienen una relación visual directa, resume la evolución del asentamiento desde su etapa islámica hasta la configuración que presenta en la actualidad. La conservación del perímetro original y su integración en la vida cotidiana del pueblo explican que Galisteo sea considerado un caso excepcional dentro del patrimonio fortificado de Extremadura.
El conjunto histórico y el entorno rural de Galisteo
El interior del recinto amurallado conserva algunos de los elementos más representativos del patrimonio arquitectónico de Galisteo. Entre ellos destaca la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción, cuya construcción se remonta al siglo XIII. El templo presenta un origen mudéjar y un ábside semicilíndrico formado por dos cuerpos superpuestos de arcos ciegos de ladrillo. En el siglo XVI se amplió la nave principal, incorporando rasgos góticos y renacentistas que evidencian la evolución del edificio a lo largo del tiempo.
Fuera del recinto, el visitante encuentra el puente de piedra que cruza el río Jerte. Fue construido en el siglo XVI y durante siglos facilitó la comunicación entre los municipios del Valle del Alagón. A poca distancia se levanta la ermita de San Isidro, rodeada de zonas de cultivo y regadío que mantienen la actividad agrícola tradicional de la comarca. El trazado urbano, de calles estrechas y pavimento empedrado, conserva la estructura típica de los núcleos medievales de la región.
Uno de los elementos más reconocibles del patrimonio galisteño es la torre del homenaje, ya mencionada como parte del conjunto amurallado. Se erigió en el siglo XIV sobre el antiguo alcázar almohade. Su planta octogonal y su remate en forma piramidal la distinguen dentro del perfil del pueblo.

 ElDiario.es
 ElDiario.es
 Hoy en la historia España
 Hoy en la historia España The Babylon Bee
 The Babylon Bee Law & Crime
 Law & Crime Raw Story
 Raw Story People Human Interest
 People Human Interest Country Living
 Country Living Vanity Fair
 Vanity Fair