Ya sé que resulta a todas luces imposible, pero cualquiera diría que el espíritu de Albert Hofmann, el químico e intelectual suizo que describió la estructura de la quinina y sintetizó, ingirió y experimentó los efectos del LSD, ha sobrevolado estos días el Palacio de La Moncloa, la calle Ferraz y las sedes de los partidos de ultraizquierda que sostienen a Pedro Sánchez. En los últimos años, pero especialmente en lo que llevamos de legislatura, los desvaríos lingüísticos del presidente y muchos de sus ministros, simpatizantes y advenedizos han sido frecuentes. En más de una ocasión, alguno ha recordado incluso con su locuacidad a la ministra Leire Pajín en la anterior etapa socialista, cuando con mirada extasiada, no exenta de cierto misticismo, casi en trance, atribuía en público a una su
La diplomacia del peyote y la sanidad alucinógena
LA RAZÓN Opinión11/05
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