Asistimos a un proceso insólito en el Tribunal Supremo. El acusado es el fiscal general del Estado. Pero el reo no se sienta en el banquillo, sino en el estrado. El banquillo está vacío. La fiscal de sala le defiende y hostiga a los testigos de la acusación, en vez de cumplir su razón de ser, que es la contraria. Lo mismo hace la Abogacía del Estado, encargada de defender el Estado de derecho, aparentemente agredido en este caso desde el poder político. Unos y otros actúan en defensa del Gobierno de Pedro Sánchez, que es el supuesto inductor del delito de la filtración. O sea, el mundo al revés. Por si fuera poco, desde el Gobierno pregonan que esto es un circo y mantienen en su objetivo destructor a la presidente de la Comunidad de Madrid, mientras multiplican los ataques contra el Tribun
Un proceso cargado de política
LA RAZÓN Opinión18 hrs ago
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