El 6 y 7 de noviembre de 1985 la barbarie se hizo carne en el Palacio de Justicia. Ese miércoles 6, cuando el reloj marcaba las 11:30 a. m., el M-19 entró a sangre y fuego por el parqueadero del edificio. Unos minutos antes, Alfonso Reyes Echandía se reunía con el mayor Eliseo Naranjo, encargado de la seguridad del Palacio. Le inquietaba saber por qué habían retirado 22 hombres de Policía del edificio, si semanas antes se había descubierto un plan del M-19 para atentar contra el Palacio.

El magistrado Carlos Medellín, de la Sala Constitucional, se despidió esa mañana de su esposa Susana y de sus hijos. Llevaban meses pidiéndole que renunciara a la Corte, desde que empezaron las amenazas de Pablo Escobar. “Nadie se va a retirar”, había dejado claro Medellín. Era la misma actitud valiente q

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